Con el permiso de © K. Eggenstein: 'El Profeta Lorber anuncia las catástrofes venideras y la autentica cristiandad

Kurt Eggenstein

Las afirmaciones de la Nueva Revelación acerca del hombre primitivo


   Lorber no sólo se anticipó a los descubrimientos de los astrónomos y de los físicos nucleares, sino igualmente a los resultados de investigaciones en otras disciplinas, ramas científicas desconocidas en la mitad del siglo pasado. Se trata aquí de la paleontología, o sea la ciencia de los restos petrificados de animales y plantas, así como de la antropología, la ciencia que estudia el origen del hombre.
    En el año 1856 se encontró en el valle del Neander cerca de Düsseldorf (Alemania) un cráneo extrañamente formado. Este cráneo era mayor que el del hombre actual. Su frente fuertemente oblicua mostraba fuertes protuberancias óseas encima de los ojos, parecidas a los de los simios. El profesor Virchow de Berlín, entonces el más renombrado antropólogo, rechazó la tesis de que se trataba del cráneo de un hombre primitivo; en el año 1872 tal suposición resultó ridícula. Según su opinión, la causa de la extraña forma de aquel cráneo era una artritis deformante y un raquitismo. Por espacio de décadas nadie se atrevía a darle otra explicación al descubrimiento. Pero al ser descubiertos en el año 1886 en Bélgica y en el año 1887 en Francia y España cráneos parecidos junto con herramientas de piedra, que permitieron una definición de su edad, se produjo un cambio en las opiniones. Ya no se dudaba de que se trataba de un hombre primitivo que habitaría Europa unos 40.000 a 60.000 años anterior a nosotros. En el año 1907 se encontraron en Heidelberg y más adelante también en Asía y en África, fósiles humanos, cuya edad se calcula en varios centenares de miles de años. Hoy ya se traspasó el umbral de un millón de años, pero a pesar de todos los descubrimientos no se ha podido llevar luz a estos procesos. Con el correr de los tiempos se formularon diferentes teorías, llegando incluso a apoyar alguna hipótesis con una falsificación muy sutil. Pero el "missing link", la pieza de enlace, no se ha podido encontrar a pesar de los cuantiosos hallazgos. No es nuestra intención ocuparnos de las diferentes teorías, solamente queremos señalar que la Nueva Revelación también se ha anticipado en este ámbito de la ciencia explicándonos los hechos principales.
    En la mitad del siglo pasado nadie se hubiese imaginado que millones de anos atrás ya vivían hombres primitivos o pro-hombres sobre la tierra, hombres que caminaban en posición erecta, pero que no pasaron de una evolución primitiva hasta el momento -hará unos 6.000 años-, cuando surgió un hombre completamente nuevo, dotado de fuerza espiritual, que con rapidez sorprendente creaba culturas, formaba estados, construía pirámides, inventaba la escritura y promulgaba leyes. Durante millones de años apenas se habían producido cambios, ahora en un tiempo cortísimo se hacían progresos sorprendentes. De improviso se manifestó en el hombre una fuerza hasta entonces desconocida: "Sólo al hombre adánico", leemos en la Nueva Revelación, "le recorre una sensibilidad espiritual que le da la fuerza de inducir su alma a buscar y reconocer a su Creador". "Esta es la chispa divina que está depositada dentro del alma" (Gr XI 10, 6). "Sin Dios ninguna acción es posible." (Ha I, 116, 8). "La fuerza actuante no puede ser vista por el hombre que habita esta tierra." (Gr X 173, 9).
    En la Nueva Revelación el hombre primitivo o pro-hombre es llamado "pre-adánita". Se dan datos muy instructivos acerca de su apariencia y de sus facultades. En primer lugar se explica que la obra de los seis días, tal como la relata Moisés en el libro el Génesis, no ha de tomarse literalmente, tal como las iglesias nos obligaron a creer hasta hace poco.
    En Gr VIII 72 se citan seis períodos de la formación de la tierra y la duración de cada período se da con "muchos millones de años". En el tercer período se apunta con parafrases a la existencia de los saurios: "la vegetación se hará más abundante y de manera gigante, al igual que los animales". Hacia el final del cuarto período "llegaron otra vez revolvimientos de la tierra y éstos sepultaron casi todo lo clasificado como criaturas. De este período encontraréis vestigios bajo la tierra, que se diferencian en mucho de los productos de los tres períodos precedentes". Una vez comenzado "el quinto período pasaron otra vez más de mil veces mil años hasta que la tierra estaba propicia para la "nueva creación", con gran número de plantas diversas -hierbas, arbustos, árboles- así como con una diversidad de vida animal y para el hombre pre-adánico". Este concepto de "la nueva creación de animales y plantas" tiene un interés especial. La desaparición imprevista, así como la reaparición repentina de nuevas clases de animales y plantas, después de un largo intervalo, hoy se ve confirmada por la ciencia. El hecho de una interrupción total va en contra de un proceso evolutivo continuado, o sea no es factible que animales y plantas surgieran por mutaciones, sin un acto de creación por parte de Dios. Esta tesis de los científicos materialistas enseña que todas las formas nuevas se originarían así mismo. A este autonomismo o la autogénesis se le ha quitado su fundamento por el gran lapso, el gran foso que se interpone. Lo nuevo no se explica con las estructuras de lo pasado. Existe desde luego -como la Nueva Revelación lo expresa claramente- una evolución consecutiva, pero no una evolución que añade pieza a pieza sin ningún intervalo. Como se puede leer en la Nueva Revelación: "Nunca una fuerza ciega llegó a crear una simple plantita de musgo" (Gr VI 87,7). "Toda la vida está dispuesta de modo que debe cambiar y crecer continuamente bajo Mi influencia."
    Con respecto al quinto período se puede leer lo siguiente: "Con el comienzo de este período la tierra entrará en una rotación regular alrededor del sol. Día y noche se seguirán con orden. Pero aún habrá alteraciones ya que los desequilibrios de los polos de la tierra aún subsisten".
    Al hablar del quinto período, se menciona por primera vez al pro-hombre En Gr VIII 72 se comunica lo siguiente: "Este hombre primitivo aún no practicó la agricultura pero ya comenzó a utilizar rebaños, llevaba una vida nómada, aún no utilizaba vestiduras ni construía cabañas". "Pero ya instaló nidos para su descanso en los grandes árboles y recogía reservas de víveres que iba consumiendo poco a poco. Al llegar el frío se marchó hacia regiones más cálidas." "No empleaba un lenguaje como los hombres de hoy; pero articulaba sonidos diferenciados, utilizando también gestos y señas para hacerse entender, en todo sentido mejor que el animal más perfecto." "Aunque este quinto período de la preconstrucción duró miles de veces mil años (= millones de años), no se produjo ningún progreso entre estos seres sino que vivían su vida nómada de manera monótona y sin cambios." "El color de su piel bastante peluda era gris, de un gris claro a un gris oscuro, solamente en el sur vivían razas sin vello. Seguían viviendo en las planicies hasta Adán." "En los tiempos de Adán, con el principio del sexto período de la tierra comenzaron de nuevo grandes transformaciones a causa del fuego y del agua, lo que hizo desaparecer casi por completo esta generación pre-adánita junto con sus animales domésticos."
    Lorber habla de la existencia de este pro-hombre u hombre primitivo y le da un tiempo de existencia de "muchos millones de años". Hasta hace poco, los científicos sostenían la teoría de que la existencia del pro-hombre no comenzó antes del quarternario, o sea según ellos el hombre primitivo vivía hace cerca de un millón de años atrás. Los resultados de las investigaciones del conocido antropólogo Dr. Louis Leakey, demostraron que esta suposición era falsa, y en el año 1966 se pudo comprobar que el pro-hombre ya había existido en la era terciaria. Los fósiles encontrados por el Dr. Leakey tienen varios millones de años. Algunos hallazgos de huesos de prohombres tienen una edad de hasta veinte millones de años. Con estos descubrimientos se confirman una vez más, las manifestaciones de Lorber, también en este ámbito.
    Aparte de las descripciones generales del pro-hombre, Lorber apunta también particularidades que la literatura científica confirma. Por ejemplo habla de una cierta raza del hombre primitivo diciendo: "estos hombres eran enormemente grandes y poderosos y tenían una fuerte dentadura que podían emplear como herramienta de cortar". (Gr VIII 72, 17).
    Glowatzki comenta: "Al paleontólogo alemán von Koenigswald, le fueron enseñados en China en el año 1925 unos dientes que se parecían en su forma a los humanos. Pero eran tan grandes que si se juzgara por su tamaño la correspondiente mandíbula de este gigantopitecus, aquél debería medir tres metros y medio".
    De los hallazgos al este de Java, hechos en los años 1939 y 1941 podemos deducir que "allí deben haber vivido hombres primitivos gigantescos". Entre los muchos hallazgos de Leakey el más famoso es el llamado "hombre cascanueces" del año 1959, que fue llamado así por "sus enormes y fuertes dientes".
    Otro detalle se puede leer en el escrito de Lorber: El hogar de Dios, tomo III, página 453: "En lo que se refiere a los pro-hombres, el hombre-animal o el hombre pre-adánita, pueden encontrarse restos petrificados de este ser. Estos seres estaban dotados de una inteligencia instintiva mayor que la que se encuentra en toda clase de animales, Aquí y allá incluso llegaron a construirse habitáculos muy parecidos entre si. También colocaron piedras en partes estrechas y poco profundas de ríos, para así conseguir una especie de puente. De estos hombres quedan los restos de muros, de los cuales aún hoy se encuentran vestigios y que los científicos consideran de edad muy remota". Aunque parezca inverosímil, tales muros fueron encontrados. Uno de los más conocidos antropólogos alemanes, el profesor Gerhard Heberer, habla en su libro sobre el origen de los hombres de los australopeticinos, que el tipo A de estos seres pequeños fueron capaces de "construir murallas", las cuales utilizaron, como él supone, como resguardo contra el viento.
    No debe sorprender que los amigos de Lorber no encontrarían en Austria ningún editor dispuesto a imprimir estos escritos. Según la visión que se tenía entonces del mundo, las comunicaciones del vidente parecerían fantasmagóricas. Si se hubiese dado a conocer la obra de Lorber en aquel tiempo, seguramente hubiera sido criticado duramente. Visto desde nuestra perspectiva, cuando ya ni damos importancia a vuelos a la luna y nos vamos acostumbrando a las enormes dimensiones del universo, las manifestaciones de Lorber ya nos parecen normales, y hasta los alumnos de las escuelas superiores aprenden hoy en día estos hechos científicamente comprobados. Cien años después de la muerte de Lorber los científicos nos pueden dar las pruebas para reconocer la verdad contenida en las comunicaciones de Lorber, lo que fue imposible para sus contemporáneos.


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© Texto: Kurt Eggenstein; © Edición informática; © by Gerd Gutemann G. Gutemann